El hermafrodita dormido

Diariamente iba a examinar, tocar, vivir y besar la Cabeza de Euménides durmiente, en el Museo Nacional. Allá está el Hermafrodita dormido… Si me vieras esperando a que el custodio se descuidara, para acariciar la Venus, sobre todo la carne palpitante que tiene entre la comisura de las axilas y los pechos. Da la impresión de que, si uno aprieta, la carne resbala. El objeto verdadero de mi viaje fue ir a ver la Venus de Cirene… y las otras obras esenciales. Si no enumero también las otras Venus, y los galos, y el Hermafrodita, y la Cabeza de Furia dormida y… me da remordimiento. Me parece que soy infiel. El objeto verdadero fue ir a ver las Venus, el Hermafrodita durmiente, los galos (dos obras de la escuela de Pérgamo) y la Cabeza de Euménides. Estas obras griegas y el Moisés de Miguel Ángel son toda Roma, la esencia romana. ¡Estas son las esenciales! Solo, despacio, paladeando, tocando. Eso escogí, y siempre que vaya a Roma será para verlos; no quiero saber de nada más. Mientras existan esos mármoles, Roma será el centro del universo. Cuando tenga dinero, allá iré a gastarlo; cuando mis deberes me lo permitan, para allá me iré, y cuando esté triste, los traeré a mi casa, pues para ello fue que nací con imaginación.

Autor: González, Fernando

Precio: $30,000